Convulsiones por fiebre. ¡Que no cunda el pánico!

Temblores por fiebre

Si tu hijo sufre un episodio de convulsiones febriles es normal que te alarmes y te angusties pensando que se trata de algo muy grave. Sin embargo, las convulsiones por fiebre son frecuentes en niños pequeños y, aunque te lleves un buen susto, suelen ser inofensivas. A continuación, te explicamos qué son las convulsiones febriles y cómo actuar ante una de estas crisis.

¿Qué son las convulsiones febriles y cuándo aparecen?

Las convulsiones son movimientos musculares anormales, repetidos, bruscos e involuntarios. La mayoría de las convulsiones que ocurren en los niños están causadas por fiebre y, por eso, reciben el nombre de convulsiones febriles. Suelen durar unos minutos, desaparecen por sí solas y normalmente no causan ningún daño ni indican un problema de salud grave.

Estos episodios son bastante frecuentes, ya que afectan a unos 4 niños de cada 100. La mayoría suceden en niños entre los 6 meses y los 5 años, aunque son más frecuentes entre los 12 y los 18 meses. Es más probable que un niño sufra convulsiones febriles si tiene antecedentes familiares, si ya ha tenido un episodio de convulsiones anteriormente o si sufrió el primer episodio antes de los 15 meses de edad.

Síntomas

Los principales síntomas que presentan los niños durante las convulsiones febriles son:

  • Fiebre por encima de los 38ºC.
  • Pérdida del conocimiento.
  • Tensión repentina en los músculos.
  • Temblores y sacudidas rítmicas de brazos, piernas, tronco o cabeza.
  • Ojos en blanco.
  • Llanto, gemidos.
  • Vómitos, orina.

Después de las convulsiones, es habitual que el niño se quede dormido o que esté soñoliento o confuso.

¿Qué puedes hacer si tu hijo sufre convulsiones febriles?

Si tu hijo empieza a tener convulsiones, intenta mantener la calma y sigue las siguientes indicaciones:

  • Tumba al niño de lado sobre una superficie desde la que no se pueda caer (el suelo, por ejemplo).
  • Aparta los objetos cercanos con los que pueda hacerse daño.
  • Desvístele de cintura para arriba, o afloja las prendas que le queden ajustadas, especialmente alrededor del cuello.
  • Permanece cerca de él para observarle y tranquilizarle.
  • Intenta registrar la duración del episodio.

Durante estas crisis, no es apropiado ni sujetar al niño, ni intentar detener sus movimientos, ni tampoco meterle algún objeto en la boca, ya que aumenta el riesgo de lesiones. Tampoco es conveniente intentar darle medicamentos o meterlo en agua templada o fría para bajarle la fiebre.

Por último, si el niño tiene rigidez de cuello, vomita mucho, ha sufrido otro episodio de convulsiones en menos de 24 horas, le cuesta respirar, la piel se vuelve de un color azulado, o bien si las convulsiones duran más de 5 minutos o solo afectan a una parte del cuerpo, es necesario llamar al servicio de emergencias médicas para que atiendan al niño lo más pronto posible. En caso contrario, una vez finalizado el episodio de convulsiones, se debe acudir a un centro de salud para conocer la causa de la fiebre y recibir un diagnóstico y tratamiento adecuados.

Fuentes