Como se suele decir, los niños llegan a este mundo sin manual de instrucciones. Menos mal que están los abuelos ahí para echarnos una mano. A fin de cuentas, ellos ya han sido padres antes que nosotros y tienen algún que otro truco para tranquilizarnos cuando nuestros peques están resfriados.
“ Para la fiebre, ponle un paño húmedo en la frente”. Efectivamente, si tu hijo tiene más de 39ºC de fiebre, un paño húmedo y fresco puede ayudar a que su temperatura corporal baje. Eso sí, nunca humedezcas el paño con colonia o alcohol, ya que pueden causar el efecto contrario y subirle aún más la fiebre.
“Para la tos, miel y limón”, es otro remedio infalible de los abuelos. Y están en lo cierto, porque en esta combinación se suma la vitamina C del limón con el efecto antibiótico* natural de la miel. Pero ojo, los bebés menores de 12 meses no deben tomar miel, ya que su organismo no está preparado para asimilarla y puede causarle botulismo.
“Para la congestión, baño de vapor”. Cuando tú eras pequeña/o, seguramente tu madre/padre ponía a calentar agua junto a unas hojas de eucalipto para que respiraras el vapor y así tu nariz se quedara libre de mocos. Este remedio funciona, pero hay que tener cuidado de que el niño no se queme. Hoy en día, podemos recurrir también a los humidificadores que pueden hacer que la tarea sea más sencilla y segura. Otra opción para facilitar la descongestión de tu bebé es llenar el cuarto de baño de vapor de agua y aprovechar a darle un baño.
Como ves, la experiencia de tus padres es toda una garantía de tranquilidad para criar a tu hijo. Aun así, recuerda que en todo lo que respecta a la salud de los niños, tu pediatra es quien tiene la última palabra.
*El efecto antimicrobiano de la miel se produce con miel fresca y completamente pura.